¿Y qué fue del 'Reflex'? | El Correo

2022-09-16 21:18:29 By : Mr. James Wang

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La famosa mercromina no faltaba en ningún botiquín.

La nostalgia no siempre va ligada a la tristeza. El recuerdo sano de tiempos felices, no mejores ni peores, simplemente buenos, contribuye al bienestar de la persona, o al menos eso dicen los especialistas en salud mental. Por votación popular, dada la buena respuesta que tuvo un reciente artículo sobre las medicinas más famosas de los años ochenta, hemos decidido ofrecer una segunda parte sobre la cuestión, con algunos de los productos farmacéuticos que entonces se nos quedaron en el cajón. El director del Centro del Medicamento de Bizkaia, Juan del Arco, vuelve a hacer de maestro de ceremonias. De cómo el botiquín de nuestra casa es siempre reflejo de los tiempos que corren.

Aunque su época dorada ya pasó, el Reflex es posiblemente el medicamento que goza de mejor salud entre los que triunfaron a finales de los años 70 y primeros 80. Hubo un tiempo en que el bote de la marca no faltaba en las bolsas de deporte, ni siquiera de muchos niños. Al menor golpe, un poco de Reflex y a correr. Era éste, y sigue siéndolo, un producto de los que se llaman rubefacientes, es decir que tienen la capacidad de dilatar los vasos sanguíneos para provocar una mayor concentración de sangre en la zona afectada. Aliviaba el dolor con el mismo mecanismo que lo había hecho el linimento de nuestros padres y abuelos, que no era otra cosa que una mezcla de eucaliptus, tomillo y aceites esenciales. El reinado del reflex llegó con la aparición de las bolsitas de gel de frío y calor. Consiguen el mismo efecto, sin sustancia química alguna. En caso de golpe, ayudan a bajar la hinchazón con el frío; y pasado ese momento, se calientan al microoondas y alivian la contractura. Dos en uno.

Las estanterías de las farmacias aún los conservan, pero su uso en la actualidad es prácticamente nulo. Su utilidad principal era evitar la llamada dermatitis del pañal, un sarpullido, acompañado de granos, ampollas o pequeñas úlceras, que es habitual en bebés de 5 a 15 meses, por efecto de las heces y la orina. El mejor tratamiento para este problema es mantener el área del pañal limpia y seca, aunque hoy existen en el mercado una larga lista de cremas protectoras para prevenirla. Los Polvos de Talco no sólo no la prevenían, sino lo que es peor, la favorecían. "Hay adultos que los siguen usando contra las rozaduras, pero no tienen una indicación clara. Están claramente en desuso".

Era lo mejor para descongestionar las vías nasales y aún se comercializan pequeños botes inhaladores con este fin. El producto que gozó de más éxito en su época era una crema, con extracto de eucaliptus y aceites esenciales, que se frotaba en la nariz y el pecho y despejaba que daba gusto. Tenía un problema: los aceites esenciales, "que son muy naturales", tienen la capacidad de provocar broncoespasmo. Los bronquios se estrechan y se ve dificultada la respiración. "Por un momento, se quedan quietos, inmóviles. Eso le ocurre a un adulto, o a un niño mayor de siete años tomando vahos de eucalipto y no pasa anda. Con una inspiración profunda, problema resuelto, pero a un menor de dos años le puede causar la muerte", detalla el especialista del servicio del Colegio de Farmacéuticos de Bizkaia. ¿Recuerdan el anuncio de una madre dándole el Vicks Vaporub en el pecho a un crío pequeño, que se encontraba enfermo en la cama?

Desaparecido como marca, aún sigue dispensándose Saldeva Forte, con la misma composición que el fármaco original, pero con algunos miligramos más del compuesto que se utilizaba, y se sigue utilizando, para combatir los dolores menstruales. Algo tan exclusivo como el... paracetamol. Saldeva no era, en realidad, más que un analgésico, aunque contenía también trazas de cafeína para potenciar el efecto contra el dolor. Durante años, la industria farmacéutica estuvo convencida de que los medicamentos, cuanto más principios activos sumasen, mejor. Amparada en esta máxima, llegó a fabricar medicamentos en los que a la cafeína sumaba productos incluso con efecto sedante. El objetivo, en este caso, era que potenciar el analgésico y evitar al mismo tiempo que la cafeína le quitara el sueño al paciente. El tiempo demostró que la unión no hacía la fuerza. Lo que se lleva en la actualidad son los monofármacos. Un principio activo con un único fin. "No olvidemos que toda sustancia que te metes por la boca tiene efectos adversos, incluida la comida".

Si hay un medicamento estrella que ha marcado una época, un fármaco que haya saboreado como nadie la gloria del éxito y el infierno del fracaso es la mercromina, nombre comercial del mercurocromo. Los más pequeños lo llamaban el rojito y era el desinfectante que no faltaba en ningún botiquín. Sobre él pesa la leyenda urbana de que no cicatrizaba bien, pero no era cierto. Lo que tenía la mercromina era que manchaba mucho, las manos, la ropa..., y que pronto aparecieron en el mercado antisépticos mucho más efices y menos pringosos. Su sitio lo ha ocupado el Betadine (Povidona yodada), más potente y que incluye, además, en una de sus presentaciones una formulación jabonosa para la limpieza de heridas. ("El mejor desinfectante que hay es el agua y el jabón. Lo primero que debe hacerse cuando se tiene una herida es limpiarla bien con agua y jabón", recuerda el experto). El hueco librado por la Mercromina también ha dejado sitio para nuevas formas del producto, más eficaces y con la ventaja añadida de que son transparentes. No manchan. El mercurocromo sigue en las farmacias, pero ya no es lo mismo.